Más musa por favor

Lo habitual es que la musa llegue sin que lo esperes. Se cuela por una ventana con el bocata de jamón, charla contigo, disfrutas del bocata y después...se va como ha venido, y te deja con la boca reseca porque como siempre se olvida de traer la bota. Decía y dice Miguel Delibes, espero que próximo premio Nobel de Literatura de una puñetera vez, que para escribir una novela solo hacían falta tres cosas: una historia, un ambiente y unos personajes. Y Cela que la musa le venía después de muchas horas de trabajo. En fin, que hay para todos los gustos lo que está claro es que la fuente de inspiración es de lo más dispar. Los hay metódicos y trabajadores a lo Cela, también "mineros" que sacan de su interior un carbón ya encendido que es brasa, como Delibes. Al fin y al cabo todos necesitamos de la musa que nos ayude. El problema es donde encontrarla. Mi costumbre es no buscarla, porque esta siempre presente. Escruta lo que tienes alrededor, desde el metro hasta la sala del dentista. Todo es musa, todo es realidad y todo es historia. El problema es el estilo: o lo tienes o lo consigues, pero no lo robes por favor. Tú verás...


Leon de Winter acaba de publicar en España "El gimnasio de God". Una novela de vidas cruzadas que tanto se lleva ahora en USA, al estilo de "Crash" –algunos piensan que puede hacer sombra a los vaqueros de Ang Lee en la próxima gala de los oscars–. El libro me gusta pero no me convence, sorprende la mezcla de ingenuidad y dureza de los personajes principales, todos descarnados y abandonados por las circunstancias de la vida. Se rehacen los personajes, pero gracias a una terapia exterior, de roce entre ellos, de acercamiento. Curiosa novela cercana a las tierras de Auster. Muchas son las novelas que escriben sobre hombres desamparados que buscan un clavo ardiendo al que agarrarse. El paradigma esta en "Sin destino" de Kertesz, una ingenuidad más completa y perfecta que desaparece en un atormentado trayecto de tren. El personaje es inmejorable, es un adolescente; que descubre el sentido de la vida en el campo de concentración en el que esta prisionero. Hay en la obra de Kertesz un personaje curioso, que aparece con inusitada frecuencia. Un tipejo pequeño que se queja de estar en Auszwitz por haber cogido un autobus que pensaba iba a perder. Como de Winter tambien Kertesz descubre en las concidencias de la vida el destino de sus personajes, o mejor dicho, el "Sin destino" que provoca un hecho, aparentemente aislado.
Aún cuando las novelas no sean comparables me quedo con Kertesz, más desolador pero menos irónico, más tremendo pero más compasivo. Por lo menos cree en el "Sin destino", en algo que se conmueve con el sufrimiento.

Por leer que no quede...

El metro me ha soplado al oido que no se trata tanto de que quiero leer sino que es lo que puedo leer. Al final como todo en esta vida la lectura también está condicionada por miles de circunstancias. Además las editoriales no suelen tener piedad de los lectores. No de la gente, sino de los lectores. Existen personas que leen y otras que se someten a la lectura. Algo asi como especie de ayuda psicológica que suele terminar en una incómoda diarrea de pensamientos turbios... pero bueno, no todos quieren "secar su cerebro" con páginas llenas de rebajas oportunistas. Hace meses que leo libros que no sé que hacer con ellos. Menos mal que el abrigo que llevo tiene unos bolsillos prominentes donde cabe de todo, son casi como los de don Pimpom. Pero aun siendo profundos de vez en cuando hay que hacer limpia del equipaje que uno lleva y entonces descubres que has dedicado tiempo y neuronas a libros abusones y pendencieros, que durante horas te tomaron el pelo... sobre todo me preocupa que Cronos me pueda abroncar el día de mañana, o que Lope de Vega, cada vez que me vea, me diga con disimulado enfado "no espabilas, desgraciado!".

 
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